Cuando comemos por estrés puede ser que sintamos una sensación de bienestar temporal, pero rápidamente este bienestar es seguido por sentimientos de culpa e insatisfacción. En los últimos meses de mayor encierro y teletrabajo, puede ser que el comer por estrés o ansiedad se haya convertido en una conducta cada vez más frecuente y arraigada.
Cuando las ganas de comer van más allá de la necesidad de alimentarnos, puede no ser hambre, sino síntoma de alguna alteración emocional gatillada por trastornos como el estrés o depresión. ¿Cómo calmar este impulso y evitar subir de peso? Entrevistamos a la la Dra. Magdalena Farías, Nutrióloga CLC, quien nos presenta estos excelentes consejos a tener en cuenta:
¿Comer por ansiedad o estrés?
Identifica la emoción
Trata de identificar si lo que sientes es preocupación, incertidumbre, tristeza o es sólo aburrimiento. Una vez que logres identificar la emoción te será más fácil tomar conciencia y hacerte cargo de ella, en vez de canalizarla directamente hacia el refrigerador.
Sí a los antojos saludables
Cambia el foco hacia algún alimento saludable y ve si el antojo se pasa. Cuando estás estresada disminuyen las reservas de serotonina en tu cerebro y se activan ciertas señales que aumentan la percepción de recompensa de alimentos con alto contenido de azúcar, eso explica esas ganas desenfrenadas de devorarte un paquete de galletas. Muchas veces esas señales desaparecen frente al consumo de carbohidratos complejos, tales como: una porción de avena, tostadas integrales, una porción de pastas, una porción de arroz o un plátano. Estos alimentos te darán gran saciedad pues contienen fibra y es probable que luego de comerlos sientas saciedad y ya no sientas el mismo apetito voraz.
El peso, sólo un número
Sé gentil contigo misma y no te obsesiones con cuánto estás pesando. Tu peso es sólo un número y tú no te defines por eso. Además, en medicina existen muchos otros parámetros en los cuales vale la pena enfocarse, como gozar de buena salud, buena memoria, mantener tu masa muscular, el adecuado funcionamiento de tus defensas, etc.
Evita dietas estrictas
Se flexible y no hagas dieta estricta. Preocúpate de consumir alimentos sanos y adecuados nutricionalmente la mayor parte del tiempo. Es decir, si de vez en cuando te das un gusto con algo rico que no está en la lista de lo saludable, da igual. Si dejas de usar la etiqueta “prohibido” y la cambiar por “algunas veces”, verás que los antojos por dichos alimentos serán mucho menos frecuentes. Una reciente revisión que comparó distintos tipos de dietas estrictas en más de 21.000 pacientes, observó que no existe beneficio de ninguna dieta específica por sobre otra, y que la baja de peso que se observa luego de hacer dietas estrictas se recupera en un 100% a los 12 meses.
Sobre la autora: @dra.mariamagdalenafarias
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