Como seres humanos que somos, uno de nuestros propósitos de vida son el desarrollo personal y la plenitud espiritual. Tenemos el derecho y el deber de ser personas felices, todos y cada uno de nosotros sin excepción.
Muchas veces, desde nuestro desconocimiento o por falta de atención, al igual que por el poco tiempo – que es el mal de estos días – nos vemos inmersos en nuestra rutina y por supuesto muchas veces conlleva a descuidar alguna de las partes que componen nuestra persona. En especial para las que somos mamás, que ponemos a nuestros hijos como prioridad, o bien para las que tienen hijos grandes y ahora comienza el tiempo de preocuparse del cuidado de nuestros padres o aquellas que tienen trabajos intensos o demandantes que les deja poco tiempo para uno misma.
Las tres partes: Cuerpo, mente y espíritu se complementan y se interrelacionan. En el momento que una de las partes queda desatendida y dejada en el olvido, aparece el malestar, el sufrimiento, el desequilibrio. Es un sistema perfecto donde cada una necesita de la otra
De ahí que bajo mi enfoque como Psicóloga es hacer de la Imagen Personal una de las aristas clave en todo proceso de crecimiento y desarrollo. Olvidarla o creer que el cómo te ves no es relevante es simplemente anular una parte de nuestra persona; la más visible, la que habla de ti hacia el mundo exterior y la que te acompaña día a día.
Antes de empezar este camino, quiero hacer especial hincapié en que, no hay camino ni mejor ni peor, todos los caminos son válidos ya que, todos ellos tarde o temprano nos llevarán al desarrollo personal, como comentaba al principio. Cuando empiezas a conectar tu vida y a vivir desde una esfera más consciente – que no basta sólo con agradecer – comienzas sin duda a disfrutar tu vida como nunca antes lo pudiste imaginar.
Recuerdo con el nacimiento de mi primera hija a mis 28 años que fue un parto no tan idílico como lo hubiese soñado y que me dejó absolutamente exhausta, adolorida e incluso con moretones en la guata (ya que la matrona literalmente se subió arriba mío para que salga mi guagua) … – cosa que hoy con más experiencia jamás hubiera permitido!! – le pedí a mi mamá que me ayudará a “sentirme linda”. Estaba cansada, me miraba al espejo y no me sentía yo y esa sensación muy incómoda fue el puntapié para comenzar a visualizar la importancia de la imagen con el bienestar personal. Mi mamá me ayudaba con mi hijita y regaloneaba, me llevaba mi cosmetiquero y cremas favoritas,… en definitiva, con sus cuidados y los míos mi aspecto mejoraba y por supuesto yo estaba más feliz y a gusto conmigo misma.
Seguramente te preguntarás… ¿Por qué les cuento esto? Aparte lógicamente para que conozcan parte de mi historia y vean que no todo es tan perfecto como parece en las fotos, es principalmente para que veas que el proceso de mi equilibro en este caso, comenzó indudablemente desde afuera, concretamente el cuidado externo. Cada vez que me aplicaba mis cremas, un poquito de maquillaje o dedicaba más tiempo para mí, mi aspecto mejoraba , recuerdo que me sentía más contenta, me volví a reencontrar conmigo misma y todo ello indudablemente repercutía en mi bienestar físico y mi salud…
De ahí confirmé que la Imagen Personal si está tremendamente vinculada a nuestro bienestar y felicidad.
Y como pueden ver en mi blog, todavía sigue mi gran pasión por la cosmética, maquillaje, y todo lo que me hace sentir mejor en mi propia piel. Si uno se ve bien, seguramente el otro nos verá bien ya que, en realidad la apariencia física más allá de un físico predeterminado o los malditos estereotipos, es un “aura” que nos envuelve de bienestar o no bienestar que sale por cada uno de los poros de nuestra piel y eso queramos o no se proyecta.
No olvides cuidar tu cuerpo como se merece ya que éste, va a ser nuestro vehículo en cada uno de nuestros viajes. Tu cuerpo se merece un buen descanso (entre 6 y 8 horas), una buena alimentación; no olvides que somos en gran medida lo que comemos. Evita las grasas malas, come de una forma equilibrada, fíjate en los alimentos que te pueden beneficiar y los que no; escucha tu cuerpo, él te dará las señales oportunas sobre lo que le favorece y lo que no.
Para cuidar mi mente me encanta aprender cosas nuevas, ponerme retos, estudiar algo diferente, devorar libros, etc. La cuestión es poner nuestra mente en movimiento. La mente es un músculo que hay que entrenarlo diariamente, sino se atrofia igualmente.
Quiero hacer especial hincapié en el poder de las palabras, concretamente en este caso, las que nos decimos a nosotros mismos, ya que nuestra mente no hace distinciones, su cometido es creer lo que piensas. Piensa en positivo siempre que puedas, al principio cuesta muchísimo, pero con perseverancia, empeño y ganas, poco a poco lo irás consiguiendo y se convierte en un hábito.
Finalmente, hay diversos enfoques para cultivar el espíritu. Para mí es algo tan sencillo como dedicar todos los días un tiempo para mí, donde nada ni nadie me interrumpa y mi oficina es mi santuario!. Intento revisar mis citas destacadas en mis libros favoritos, pensar en las cosas que puedo mejorar (que son bastante), andar con una buena actitud hacia otros y recibir la gracia de las buenas relaciones, “hacer el bien” y con esto me refiero a ser correcta y respetar siempre al otro… Todo esto me alimenta el alma, junto a cultivar mi relación con Dios que es un gran motor en mi vida junto con compartir tiempo de calidad con mis seres queridos y amigos.
Con la práctica y perseverancia encontrarás tu modo de conectar con tu espíritu. No quiero influenciarte en como tienes que hacerlo, pero sí darte ideas. No hay caminos mejores que otros; sea cuál sea tu camino es válido para ti. ¡Sigue tu intuición!
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“La percepción corporal sugiere una relación armoniosa del cuerpo y del espíritu, ambos inseparables” (Bruce Lee)