Hoy quiero compartir una breve y maravillosa carta del Dalai Lama que nos permitirá tomar conciencia y por tanto mayor control acerca del rol que juegan las preocupaciones y los pensamientos perturbadores en nuestra vida.
Partamos de la premisa que actualmente hay cada vez más aceptación, así como una creciente evidencia científica, que confirma la gran conexión entre la felicidad y nuestros estados mentales. Existencia y bienestar van absolutamente de la mano y si bien todos aspiramos a ser felices – y evitar el dolor – muchos de nosotros no consideramos la felicidad como parte de nuestra vida o bien el “disturbio mental” nos impide serlo.
Una de nuestras grandes ventajas versus otras especies es que los seres humanos estamos dotados con esta maravillosa inteligencia humana y por tanto tenemos la capacidad de proponernos algo y usar esa fuerte capacidad de determinación en cualquier dirección que nos parezca. Darnos cuenta que poseemos este grandioso potencial humano nos da una fortaleza importante. Sí, podemos tener el control de nuestras emociones, sentimientos y pensamientos. Sí, está en nosotros el poder y la voluntad de usar esta capacidad para nuestro favor o en contra.
No olvidemos que esta realización puede actuar como un mecanismo que nos permite lidiar con cualquier dificultad, sin importar la situación que estemos afrontando, sin perder la esperanza o hundirnos en sentimientos de baja autoestima.
Utilizar nuestra capacidad de razonar a nuestro favor es uno de nuestros grandes desafíos!
Las Sabias Palabras del Dalai Lama
“Escribo esto como alguien que perdió su libertad a los 16 años, luego perdió su país a los 24. En consecuencia, he vivido en el exilio por más de 50 años durante los cuales los Tibetanos se han dedicado a trabajar para mantener su identidad Tibetana y perseverar nuestra cultura y valores.
En la mayoría de los días las noticias del Tibet son desconsolantes, y aún así ninguno de esos retos nos lleva a rendirnos. Uno de los enfoques que personalmente encuentro útil es cultivar el pensamiento: si la situación o el problema es tal que no puede ser remediado, entonces no hay necesidad de preocuparse al respecto.
En otras palabras, si hay una solución o una salida a la dificultad, no necesitas abrumarte por ello. La acción apropiada es buscar una solución. Luego es claramente más sensible el usar tu energía en la solución más que en preocuparte por el problema. Alternativamente, si no hay solución, no hay posibilidad de resolución, entonces no tiene sentido el preocuparse al respecto, porque de todas formas no puedes hacer nada. En ese caso, mientras más rápido aceptes esa realidad más fácil será para ti. De otro modo serás incapaz de darte cuenta si hay o no una solución al problema.
Teniendo una perspectiva realista y cultivando una motivación apropiada puedes también escudarte contra los sentimientos de miedo y ansiedad. Si desarrollas una motivación pura y sincera, si te motiva ayudar a otros por ser bondadoso, compasivo, y respetuoso, entonces puedes realizar cualquier tarea, en cualquier campo, y funcionar más efectivamente con menos miedo o preocupación, y, sin tener miedo a lo que otros piensen; al final podrás alcanzar tu meta.
Incluso si fallas al intentar lograr tu meta, te podrás sentir bien por haberte esforzado. Pero con una mala motivación, la gente te podrá alabar o podrás conseguir lo que buscas, pero de todas formas no serás feliz.
De nuevo, a veces nos podremos sentir como que toda nuestra vida es insatisfactoria, nos sentimos en un punto donde nos abruman las dificultades que confrontamos. Esto nos pasa a todos de una forma u otra en cualquier momento.
Cuando ocurra, es importante que encontremos una forma de elevar nuestro espíritu. Podemos hacer esto al recordar nuestra buena suerte. Podríamos, por ejemplo, ser amados por alguien, puede que tengamos ciertos talentos, puede que hayamos recibido una buena educación; puede que hayamos hecho ciertos actos altruistas en el pasado.
Debemos tomar en consideración hasta los aspectos positivos más pequeños. Porque si fallamos en encontrar una forma de elevarnos nosotros mismos, se corre el peligro de hundirnos más en nuestra sensación de impotencia. Esto nos puede llevar a creer que no tenemos la capacidad de hacer nada bueno. Entonces crearemos las condiciones para desesperarnos nosotros mismos.
Como monje budista he aprendido que lo que primordialmente altera nuestra paz interior es lo que llamamos emociones perturbadoras. Todos esos pensamientos, emociones y eventos mentales que reflejan un estado mental negativo o incompasivo; inevitablemente reducen nuestra sensación de paz interna.
Todos nuestros pensamientos y emociones negativas (tales como odio, molestia, orgullo, lujuria, codicia, envidia, etc.) son consideradas fuentes de dificultad, son perturbadoras. Los pensamientos y emociones negativas es lo que obstruye nuestra aspiración más básica: el ser feliz y evitar el sufrimiento.
Cuando actuamos bajo su influencia, nos hacemos inconscientes del impacto que nuestras acciones tienen en otros: ellas son así la causa de nuestro comportamiento destructivo tanto hacia otros como hacia nosotros mismos. Asesinatos, escándalos, y engaños; todos tienen su origen en estas emociones perturbadoras.
Esto genera inevitablemente la pregunta: ¿podemos entrenar a la mente? Hay muchos métodos para hacer esto. Entre ellos, en la tradición Budista, hay una enseñanza especial llamada entrenamiento mental, el cual se enfoca en cultivar la preocupación por otros y el convertir la adversidad en una ventaja.
Es este patrón de pensamiento, el transformar los problemas en felicidad; lo que le ha permitido al pueblo Tibetano mantener su dignidad y su espíritu frente a estas grandes dificultades. Ciertamente he encontrado este consejo muy práctico en mi propia vida.
Un gran maestro del entrenamiento mental una vez explicó que una de las características más maravillosas de la mente es que puede transformarse. No me cabe duda alguna de que aquellos que intenten transformar sus mentes, superar sus emociones perturbadoras y alcanzar la paz interior, van a, en cierto periodo de tiempo, notar un cambio en sus actitudes mentales y sus respuestas a las personas y las situaciones.
Sus mentes serán más disciplinadas y positivas. Y estoy seguro que van a encontrar una sensación de mayor felicidad mientras contribuyen a la felicidad de otros. Yo rezo para que todo aquel que haga de esto su meta sea bendecido con el éxito”
El Dalai Lama.
Con mucho cariño comparto estas hermosas palabras con todas ustedes! Compártelas tú también.
Un abrazo, María Paz.