Hoy quiero compartir este relato que me topé hace un tiempo y que creo que a muchas de ustedes les hará sentido que hace mención sobre los sentimientos y emociones que conlleva la temática de “las mujeres y el trabajo”. De manera irónica, el texto refiere como “malas” madres a aquellas que trabajan fuera de casa, para hacer frente a una realidad que va en aumento y romper el estigma que increíble aún puede existir en esta materia.
En los últimos veinte años, las mujeres se han ido incorporando progresivamente al mundo del trabajo, lo que ha traído consecuencias positivas para ellas y sus familias, tanto en términos económicos como personales. Pero en ese camino también han surgido otras problemáticas que aún no se resuelven como por ejemplo la misma crítica y resentimiento que ocurre muchas veces por parte de nuestro mismo género.
“Mi admiración y respeto para todas aquellas valientes que son madres, excelentes mujeres y además trabajan. Que sus oídos sean sordos cada vez que alguien se atreva a criticarlas porque su fuerza nos inspira a todas, nos enorgullece. Son madres que buscan aprovechar y exprimir cada momento al máximo, priorizan pasar tiempo de calidad con sus hijos, dedican su tiempo libre con total entrega. Sufren y tienen sentimientos encontrados al ver cómo sus hijos crecen, sintiendo dicha y nostalgia cuando avanzan dando pasos de gigante por la vida.
Ser madre significa nunca más estar sola en el pensamiento, pues una madre siempre piensa doble: por sus hijos y por ella. Una madre se siente tremendamente afortunada porque sabe que sus hijos son el mayor tesoro que podría tener. Trabajemos en casa o fuera de esta, todas sentimos esto por igual y a todas nos une este lazo de amor que sólo una mamá puede sentir.
Intentar compatibilizar sus metas, sus aspiraciones o su vida por sus hijos no hace de una madre un ser excepcional, pero sí la persona más tenaz y generosa del mundo. Las noches en las que sus hijos despiertan con fiebre, enfrentarse a la mañana siguiente al mundo y superar todos los miedos, intentar sacar a los hijos adelante y protegerlos ante todo, eso es lo que hace a las madres el mejor ejemplo de valentía y amor.
Las madres que trabajan, crían hijos libres y exitosos, responsables, autónomos y sociables. Y las madres que están en casa, también!
Porque unas somos madres lactantes, otras no, unas somos madres que hacemos colecho, otras no, unas conciliamos, otras morimos en el intento, unas les ponemos el IPad porque desarrolla su motricidad o comen más tranquilos, otras lo odiamos porque los “hipnotizan”, unas hacemos pasteles y postres buenísimos, otras los compramos… Pero todas somos madres y para todas nuestros hijos son nuestra mayor devoción.
Todas las mamás del mundo son sumamente valiosas, el trabajo dentro o fuera de casa no se compara con la gran labor y entrega de ser madre. Evitemos los juicios y comparaciones y celebrémonos siempre como grandes mamás que somos”