Las Colognes Hermès siempre cuentan un diálogo, un juego entre un ingrediente y un color. Ahora, la familia de las Colognes se amplía, y su historia se enriquece.
Para Christine Nagel, creadora de perfumes de la casa, imaginar o llevar un perfume equivale a «tocar lo impalpable con un gesto íntimo, a dejar huellas que no engañan». Con Eau de Rhubarbe Écarlate ha creado una frescura inédita y audaz, más vegetal que cítrica. Tiene más textura, es más marcada, y la nueva sensación que ofrece reaviva el recuerdo de respirar en el huerto el olor de una penca de ruibarbo justo antes de recogerla. «Cuando se trabaja con tallos de ruibarbo, cuando se repiten gestos sencillos y ancestrales, se produce un estallido de olor. Siempre me gustó la dualidad del ruibarbo. Y es una dualidad por partida doble, porque es visual y olfativa. Su color verde se metamorfosea en rojo. De acidulado y crujiente, su olor pasa a ser suave y aterciopelado
Igual que un pintor o un escultor insiste en el detalle de un objeto para magni carlo, Christine Nagel, como la perfumista que es, libre de jugar con los ingredientes, ha escogido amplicar ciertos rasgos olfativos. El ruibarbo que ha buscado para Eau de rhubarbe écarlate es carnal y sutil, y lo ha sublimado hasta hacerlo oler como un elegante almizcle blanco. Vivo, asombroso, el gesto de vaporizarse difunde frescor y dispensa de decir nada más, porque es una evidencia.
Es una colonia unisex, exquisita y muy fresca ideal para los próximos días de verano que están por llegar. El ruibarbo le confiere cierta acidez y en conjunto recuerda al olor sintético del durazno o melón cuyo musgo le aporta un toque de calidez y sofisticación. Simplemente vale la pena conocerla.