“Nos quejamos de nuestros hijos pequeños, y luego cuando crecen deseamos que vuelvan a ser niños. Vivimos discutiendo con nuestros padres, y luego cuando no están, anhelamos el poder retroceder el tiempo para tan sólo darles un abrazo más. Nos quejamos de todo lo que nos falta, y nos olvidamos de disfrutar de lo que tenemos. Nos quejamos que el café está muy caliente y luego nos quejamos porque se puso muy frío.
El ayer ya pasó, ante eso no hay nada que hacer, sólo sacar lecciones y ojalá lindos recuerdos y el futuro es incierto, por más planes que tengas no tienes el control sobre él. Solamente nos queda vivir aquí y ahora dando lo mejor de uno, con esperanza, fe y sabiduría de que pronto recogeremos la cosecha de todo lo bueno que hemos sembrado”.
Hoy quisiera hacer una breve reflexión sobre un tema que me parece uno de los males de nuestra sociedad; “la queja constante”. Pero por favor, no te confundas, no me estoy refieriendo aquí a no querer defender tus puntos o “alzar la voz” cuando sea necesario, todo lo contrario, sino que hablo aquí de la queja entendiéndola como el descargo del descontento, resentemiento o amargura que lamentablemente se ha convertido en una mala práctica cotidiana, socialmente aceptada, donde incluso se le considera “terapeutica” ya que se presta de comodín o la excusa perfecta para “lanzar afuera” cualquier molestia que uno pueda sentir.
En este contexto es importante definir que podríamos hablar que hay 2 tipos de quejas; la queja para “dejar salir” que sólo es descargar y liberarnos de eso negativo que nos molesta e incomoda para poder sacarnos el peso de cargar con esa rabia o malestar, y la queja para “generar un cambio” que es aquella que no tiene el objetivo de “tirar la mugre afuera”, sino que va en búsqueda de la solución a un problema, el contar lo que nos sucede para pedir ayuda, mejorar una situación, tener otro punto de vista o una buena opinión y, por supuesto, está directamente relacionada con tomar acción, ya que entendemos que actuar es crucial para poder hacer que las cosas sucedan y la palabra con intención es un buen comienzo.
Dicho esto te has detenido a pensar… ¿Desde qué lado de la queja tiendes a habitar más? ¿Desde la queja para “dejar salir fuera” o desde la queja movilzadora que busca cambiar la sitación actual? ¿Cuánto tiempo en tus conversaciones con los demás dedicas a la queja?
Está científicamente comprobado que la queja es mala para tu salud ya que al derivar ésta de un pensamiento negativo, hará que tu cerebro libere sustancias como el cortisol o la adrenalina que te ponen en un estado de alerta que puede derivar en ansiedad, malestar, poca claridad mental (ya que tu cuerpo entra en modo supervivencia) y lo que es peor, es la antesala del victimismo, mal que considero aún más nocivo que la queja en sí.
“La queja cuando no conduce a la acción siempre te situará en una postura de victima de la realidad porque las cosas “te suceden”, “te pasan”, todo lo que ocurre es culpa de los demás y desde poco puedes hacer para poder cambiarlas, sólo quejarte, lo que genera una sensación de insatisfacción general con tu vida, con tu realidad, donde anulas todo el potencial creador de tu yo y lo que es peor, cedes a otros tu poder personal”
Asumir nuestra responsabilidad es crucial para dejar atrás la mentalidad de victimismo. Es cambiar la creencia de “que el otro te hace enojar” por entender que eres tú quien permite que la rabia se apodere de ti y eso siempre está bajo tu control, algo que en Psicología se denomina “locus de control interno” donde sientes que tienes tú el control de tu vida. Uno siempre puede elegir cómo sentirse y qué actitud tomar ante las acciones de otros por más injustas que sean o por las consecuencias de vivir en un entorno hostil y disfuncional y decidir conectar con toda esa grandeza de tu ser, algo que todos tenemos, es fundamental para poder ser el real protagonista de tu vida.
Finalmente, es imposible construir una buena autoestima si crees que eres víctima del actuar de otros y como ya iremos viendo juntos a través de estas columnas, una autoestima sólida es crucial para el bienestar en tu vida.
La invitación: La vida es un flujo continuo de dar y recibir, da las gracias por todo lo que tienes, en lugar de quejarte por lo que no tienes y convierte esto en una actitud de vida. Si te enfocas en la gratitud, terminarás atrayendo abundancia y más motivos por los que agradecer, en cambio desde la queja, el victimismo y la carencia sólo recibirás más de lo mismo. ¡Tú eliges!
Te invito a que hoy practiques el ejercicio de 24 horas sin quejas y que conviertas esto una actitud de vida y deja que la vida te sorprenda.
María Paz Blanco